En el ámbito fiscal, es frecuente encontrarse con términos como "presión fiscal" y "esfuerzo fiscal". Aunque a menudo se usan de manera intercambiable, en realidad son dos conceptos distintos con matices importantes.
El primero es un indicador que mide la carga impositiva de un Estado sobre su economía. Esto permite entender si los ciudadanos de un país están pagando una cantidad considerable de impuestos. Se calcula mediante la relación entre los ingresos públicos de un país, su producto interior bruto (PIB) y la renta per cápita. Aunque es relevante, no proporciona una imagen completa y no puede utilizarse aisladamente para sacar conclusiones.
Es por eso que surge el esfuerzo fiscal, un medidor más completo que busca evaluar el grado de sacrificio que hacen los contribuyentes en términos de recaudación de impuestos en un país.
Para obtener el esfuerzo fiscal, se considera el PIB per cápita de los contribuyentes en ese territorio. Su fórmula es la siguiente:
Esfuerzo fiscal = (Presión fiscal / PIB per cápita) x 100
No obstante, este concepto tiene detractores, principalmente, debido a que su cálculo puede generar confusiones en ciertos casos, sobre todo cuando las comparaciones no se realizan entre países con niveles de ingresos similares. Además, implica la división de dos magnitudes diferentes: un porcentaje y un valor absoluto.
Por ejemplo, en naciones con un PIB per cápita relativamente bajo, una presión fiscal menor puede hacer que el esfuerzo fiscal parezca elevado debido a los menores ingresos per cápita.
A pesar de estas consideraciones, al comprender la realidad tributaria de un país o al comparar diferentes sistemas impositivos, se prefiere utilizar el esfuerzo fiscal como indicador principal en lugar de la presión fiscal ya que ofrece una representación más precisa de la carga sobre los contribuyentes, lo que facilita una interpretación más precisa de la situación económica y social de un país y sus ciudadanos.
Cuando la inflación se descontrola y los precios aumentan, los impuestos adquieren aún más relevancia debido a su impacto en los negocios y en la vida cotidiana de las personas. En tales momentos, es crucial tener un entendimiento claro de la carga tributaria y determinar si los ciudadanos están soportando un gravamen excesivo en relación con sus ingresos per cápita. El esfuerzo fiscal se vuelve especialmente útil en estas circunstancias, ya que permite evaluar la influencia recaudatoria del Estado en la economía.
Además, este indicador puede emplearse para analizar la efectividad de las políticas fiscales del Estado. Un bajo esfuerzo fiscal y una recaudación insuficiente podrían requerir una revisión de estas políticas. Por otro lado, si el esfuerzo fiscal es elevado y la recaudación es abundante, podría ser necesario considerar la reducción de la carga fiscal sobre los contribuyentes.
Llegados a este punto, resulta interesante cuestionar la presión y esfuerzo fiscales en España en comparación con la UE. Según Eurostat, ambos indicadores muestran tendencias distintas:
En primer lugar, la presión fiscal en España se sitúa por debajo de la media de la UE, con un 39% frente al promedio del 40,2%. Esto significa que naciones como Dinamarca, Francia o Italia tienen una recaudación impositiva más elevada.
Sin embargo, el esfuerzo fiscal en España es superior al de otros países de la UE. Esto indica que los trabajadores españoles destinan una proporción mayor de sus ingresos al pago de impuestos en comparación con sus homólogos en otros países. El desempleo, la economía sumergida y la consiguiente disminución del número de contribuyentes son los principales factores que influyen en esta situación.
Es habitual que estos conceptos sean confusos para quienes no son especialistas en la materia. Por eso, a veces es recomendable recurrir a servicios de asesoría fiscal como Lex & Tax. Facilitamos una comprensión más profunda del sistema fiscal de un país y ayudamos a planificar estratégicamente las finanzas de cualquier organización.
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